Mitos que intervienen al educar con límites a tus hijos

Educar con límites. Poner límites a tus hijos. Madre en obra

Coincidirás que sobre límites hay mucha cosa escrita, leída, hablada y explorada.  Y, aún así, si tienes hijos sabes que poner límites:
  1. Es complejo.
  2. No siempre tiene el desenlace que uno espera. 
  3. Nos queda la duda sobre si "los pusimos" bien.
Como si el tema no fuera en sí lo suficientemente difícil, están los mitos que se han creado a su alrededor.
Sí, MadreEnObra. Explicaciones bastante idealizadas que intentan simplificar la labor de educar a los hijos. 
Y estas explicaciones a veces son a favor de poner límites a los hijos, y otras en contra.

Vamos a analizar dos grandes mitos:

Mito 1.- Los límites son la clave para educar hijos. 

Este mito hace foco en el adulto. El centro de atención no está en el niño sino en el adulto que educa.
El razonamiento que rodea a este mito se apoya en la siguiente fantasía: basta con poner límites para que los hijos sean educados.
Encontramos este mito tras las frases del estilo:
  • Es posible conseguir que tu hijo logre (y aquí va lo que el padre desee que su hijo logre). 
  • Sólo se trata de encontrar el estímulo adecuado. 
Básicamente este mito sostiene que los límites son la clave. Parecería que educar se basa en tres simples pasos:
  • Primero, descubrir una situación, hábito, etc. a modificar (el niño grita, no estudia, etc.)
  • Segundo, tener claro el objetivo. ¿Qué deseas que tu hijo logre, haga? Por ejemplo: que estudie, que no grite, que haga X cosa, etc. 
  • Tecero, señalar el límite. Con esto se logra cierta "garantía" de que se llegará a cumplir el objetivo deseado.
Casi perfecto.
A tal situación, tal límite para obtener tal resultado. Como una máquina: Input - Output; estímulo - respuesta.
  • Tienes un examen en verano.
  • Quiero que salves el examen
  • No sales a ningún lado durante las vacaciones hasta que salves la prueba.
Por lo general esto es aceptado por quienes buscan en los métodos de crianza la solución al conflicto que trae educar a un ser humano.

Cómo explica este mito el fracaso de los límites.

Esta es una solución simplista, pero solución al fin. (Simplista en el sentido de basarse en un paradigma de simplicidad; no como sinónimo de tontería)

Como no siempre los seres humanos respondemos a los estímulos dados, llega la idea de reforzar el estímulo. Y para reforzar se utilizan
  • gratificaciones (recompensa) o 
  • castigos (sanción). 
Si aún así no funciona, se explica que el reforzamiento propuesto no es de la intensidad adecuada al estímulo. Tienes que poner un límite mayor, más efectivo. 

Educar con límites a tus hijosUn ejemplo que se basa en este mito: la imposición de límites utilizando estrategias de exposición.

El vulgar escrache, solo que como es a un niño, a nadie parece preocuparle.

Existen múltiples variables (caritas en cuaderno, en la túnica, el dormitorio, etc.), pero todas dejan al niño vulnerable. Todos atacan a la persona sin dar herramientas para que el niño comprenda, poco a poco, qué es lo que esta sociedad considera inadecuado.

Imagínate a un adulto en ese lugar.
Cometer un error ya tiene consecuencias molestas y hasta dolorosas para cualquiera. Sea en el trabajo, en la familia. Cualquier ser humano sano prefiere no meter la pata.
Imagínate la humillación que sentirías si publican tus errores en la puerta de tu casa, en el ascensor de tu trabajo, en las redes sociales.

Mito 2.- Los límites quitan espontaneidad a la infancia.

Este mito hace foco en el niño. De alguna manera se apoya en la naturaleza innata de las cualidades humanas. Haciendo una apretada síntesis, supone a la sociedad como contaminadora de la esencia natural infantil. 
El razonamiento que rodea a este mito, señala: Los límites sociales quitan espontaneidad al niño, alteran su esencia.  

Es fácil que este mito nos cale hondo. Mucho más durante los primeros años. Nos duele someter a nuestro hijo a reglas de una sociedad que tantas veces criticamos.
Y la solución parece ser esta: evitar poner límites para proteger la naturaleza infantil.
Sólo así el niño podrá ser feliz y sano. 

Frases del estilo:
  • Dejalo que toque (grite, corra, etc.), está explorando (disfrutando, conociendo, etc.)
  • No le obligo a (saludar, comer, etc) porque él sabe si quiere o no.
  • Mi hijo elige. Es su vida, no la mía.

Consecuencias de no poner límites a los hijos

Los seres humanos nos vamos transformando en humanos a medida que incorporamos la cultura a la que pertenecemos. Nuestra humanidad no se despliega únicamente a través de la naturaleza instintiva y biológica. Requiere de la naturaleza cultural.
Sólo sobrevivimos inmersos en una cultura. Y cultura no es únicamente conocimiento o erudicción. Tener cultura nos permite fluir con el entorno social, adaptarnos a él y transformarlo.

Pero la cultura no es innata.
No se come de la misma manera en nustro país que en países orientales.
No se viste la misma ropa, ni se utiliza el mismo lenguaje en unos países que en otro.
Y sucede lo mismo hacia el interior de nuestr país. Existen subculturas que permiten identificarnos con determinados barriso, grupos sociales, etc.

Repito: la cultura no es innata.
Se aprende. Se enseña
Cuando como adultos no actuamos como comunicadores de la cultura social en que el niño habita, cercenan su cualidad humana. Reducimos sus posibilidades de adaptarse a la vida que debe vivir. 
No es agradable lo que digo, lo sé
Cuando los adultos no actúan como comunicadores de la cultura social que el niño habita, cercenan su cualidad humana.
La cultura la comunicamos desde el inicio de la vida del niño, mediante la socialización primaria.
La  socialización primaria que realizan los padres que no ponen límites, que no indican normas, no ofrece la riqueza que su hijo necesita para que, cuando llegue el momento, pueda intervenir críticamente en la sociedad que le toca vivir.

Ejemplos de padres que siguen este mito son los que aceptan lo que desea el niño como manera de vincularse con otras personas. 
  • Si no desea saludar, que no salude. 
  • Si no desea compartir, que no lo haga. 
  • Si no desea cerrar la boca al masticar, si no quiere sentarse en la mesa de la pizzería, si no quiere...
Todas estas acciones de "no desear" afectan a otros.
Incluso la de no explicarle que debe cerrar la boca al masticar.

Y no se trata que el niño siempre tenga que saludar con un beso, por ejemplo, pero sí que siempre tiene que saludar. 
Si el beso no es de su agrado, como adultos podemos ofrecer alternativas al saludo (un gesto con la mano, cabeza, un buenos días, etc.)
Los límites permiten enseñarle a desplegar su ser social mediante la incorporación de
  • el habla, 
  • habilidades corporales comunicativas, 
  • habilidades de interacción social, 
  • afectivas, etc., 
Todo eso empodera al niño. Damos herramientas con las que puede desarrollar la espontaneidad social.

Ni mito 1 ni mito 2: Los límites son mojones en el camino.

Un límite, MadreEnObra, no tiene como finalidad obtener resultados, como promueve el mito 1.
Un límite no cercena la Libertad (la verdadera, la que se construye día a día), como cree el mito 2.

El límite permite conocernos, reconocernos y expresar nuestro hasta dónde. 
  • Hasta dónde permitimos a otro que se acerque.
  • Hasta dónde puedo acercarme yo a otro.
  • Hasta dónde van mis derechos.
  • Hasta dónde estoy dispuesto a transgredirlos para lograr un bien mayor.
  • Hasta dónde...
Porque los límites señalan. La imagen de un límite no tiene por qué ser un muro. Puede ser un mojón, una raya, una zona que a veces paso y otras no. Porque cuando conozco los límites, puedo elegir.
Y, al elegir, ejercito mi libertad.
Y sólo desde este lugar limitado y limitante, puedo acercarme a otro ser humano.
Un ser humano que podrá vincularse conmigo si reconocer sus límites.
  • Límites que a veces le permitirán que me acerque más o menos; 
  • que a veces le ayudarán a aceptar hasta dónde van sus derechos, 
  • que puede sentir, como yo, necesidad de transgredir ciertas cosas para lograr un bien mayor.
En una sociedad humana los límites señalan posibles caminos para encontrarnos, compartir, decidir, construir.

Dos aspectos que fundamentan por qué es sano educar con límites.

  1. No es natural reconocer los límites socio-culturales. 
  2. La interpretación de los límites no es universal sino local.

1.- No es natural reconocer límites. 

Antes lo dije: la cultura no es innata; se enseña.
Los límites no forman parte de nuestra naturaleza instintiva sino de nuestra naturaleza cultural. Es decir, una persona reconocerá los "hasta aquí" que le fueron enseñando en la cultura en que creció.

Por ejemplo, si cuando vamos a cenar nos ofrecen palillos en lugar de cubiertos, el éxito al utilizarlos dependerá de nuestro conocimiento anterior y del desarrollo de las habilidades necesarias para usarlos.
De manera similar, un niño va a comer sentado si se le enseña -poco a poco- a sentarse en una silla y permanecer durante un tiempo.

2.- La interpretación de límites no es universal.

Ocurre, MadreEnObra, que un límite es convencional. Por tanto, su interpretación depende de las convenciones, los acuerdos sociales que existen.
Por ejemplo, en ciertas culturas eructar después de comer es de buena educación y en otras no.

Por tanto, un niño no sabe lo que se ve como correcto en su cultura hasta que se le enseña. Si los padres no enseñamos a masticar con la boca cerrada, el niño no tiene por qué recordarlo el día que vamos a una fiesta.
El límite debe ser resignificado por quienes participan en la situación. 

Educar: limitar para liberar

Seguiremos hablando sobre este tema, MadreEnObra, en otros momentos. Pero necesito compartir contigo dos ideas más antes de despedirnos:
  1. Educar con límites permite a una persona elegir. Elegir, incluso, si haré caso o no del límite.
  2. Educar con límites exige tener en cuenta a quienes intervienen en el vínculo. No sólo a quien pone límites ni sólo al niño. Es en el vínculo y reconociendo el contexto, que conviene decidir cómo enseñar límites a nuestros hijos. 
¡Hasta la próxima!

Comentarios