Cuando hablas de poner límite a tus hijos, ¿a qué te refieres?
Importa que lo aclares porque lo que crees, afecta la manera en que lo enseñas.
Enseña a tu hijo maneras de expresar su límite
Si lo único que me nace es pensar mal y castigar, pierdo la posibilidad de enseñar a mi hijo a sentirse y actuar diferente. Para educar es preciso que el adulto se corra del lugar de rabia. Si nos alejamos del concepto límite como algo externo (cumplir una norma, portarse bien) podremos comprender a nuestro hijo desde otro lugar. Algo sucede. Quizá me parece que todo está bien, pero si está reaccionando de manera desproporcionada, debo tratar de averiguar qué pasa. Una vez esto, idear (y sostener en el tiempo) estrategias para ayudarle a cambiar.
Resumiendo:
Nuestra responsabilidad es enseñarle a comportarse en la sociedad. Es decir, enseñar al niño a reconocer límites (los suyos y los de otros). Precisa aprender a expresar lo que le sucede de una manera que no rompa vínculos. Para enseñar esto, el adulto necesita:
- Comprender lo que el niño hace, en el sentido de no prejuzgar.
- Ayudarle a reconocer lo que siente.
- Indicar que lo que siente no es bueno ni malo, pero debe expresarlo sin lastimar a otro.
- Enseñar maneras de expresar lo que siente.
No lo olvides, el estímulo eres tú.
¿Refieres a respeto, cumplir reglas, normas?
En los seres humanos los límites organizan la personalidad. Los límites contienen y "dan forma" al niño, y los adultos estamos para enseñar y acompañar el proceso en la creación de "su" forma. El límite es más que una norma social.
Si sólo se enseña al niño a obedecer normas, no se educa. Se adoctrina.
Las personas tenemos límites
Cada uno de nosotros tiene límites que nos diferencian de otras personas con las que nos vinculamos. Por ejemplo, si en la calle o en el jardín de infantes una persona que no conoces al acercarse a hablar casi te roza el rostro, das un paso atrás. Sientes que llegó demasiado cerca y te resulta incómodo. Sin embargo si es alguien a quien quieres (tus hijos, tu pareja) no te incomoda. Entocnes no es la distancia lo que pauta el límite sino cómo te sientes con la presencia del otro. El desconocido “tocó” un límite en tu persona. Pasó una frontera invisible y, aunque fuera un viejecito que quería hacerte una pregunta, la proximidad te generó molestia.
Esa zona de límite espacial no es la misma cada día. Cambia de acuerdo a cómo se siente uno.
Los niños y sus límites
Lo que pasa con los grandes también ocurre con los niños. En el jardín de infantes he tenido alumnos que golpean “sin motivo”. El otro niño, desconsolado, le devuelve el sopapo. Y se inicia la guerra. Al preguntarle al primero por qué le pegó, por lo general no lo sabe. No saber es natural en un niño, pero a los adultos nos saca de quicio. ¿Cómo “no sabe”? Y pensamos que nos toma el pelo. Pues no. No sabe y es cierto que no sabe qué le ocurre.
Una de las funciones adultas es poner en palabras lo que quizá le pasa (pues los adultos tampoco lo sabemos a ciencia cierta).
Cuando los grandes damos una o varias pistas sobre lo que le puede estar pasando, el niño empieza a entenderse un poco más. Y, luego, a entender a los otros. Si en una pelea la respuesta del niño es –con palabras o gestos- un “no sé”, intento darle herramientas. Parto de la realidad que ningún niño al que no le pase algo es agresivo. Por ejemplo, le pregunto:
- Si su compañero estaba muy cerca y le incomodaba.
- Si el otro tocó, afectó lo que estaba haciendo (su dibujo, modelado, corrió las fichas del juego, etc.)
- Si tiene necesidad de hacer pis (no ir al baño a los niños les estresa mucho), tiene hambre (u otra necesidad fisiológica).
Sólo después de tratar de saber qué pasa y cómo se siente marco un límite, que puede ser:
“A esta edad, que ya sabes hablar, si quieres (que tu compañero se corra, ir al baño o lo que haya sido su respuesta), lo dices con la palabra. Antes eras chiquito y no sabías hablar; pero a esta edad ya puedes usar las palabras.”Cuando uno tiene varios hijos o trabaja con grupos de niños, la tarea es enseñar a ambas partes en conflicto la posibilidad de conocerse a sí mismos. Indicar, entre las herramientas que el adulto considera válidas, cuáles podrían utilizar. Sólo así el niño podrá comenzar a introducir cambios en su forma de actuar.
“Si alguien hace algo que no te gusta, se lo dices con la palabra no con golpes. Dile con cara de enojo: No me pegues. -e intento que lo practique hablando al otro niño frente a mi- Tienes que hablar, porque para defenderse no es necesario pegarle a otro. Si no puedes defenderte o tu compañero no te hace caso, me avisas y te acompaño. Pero tienes que aprender a decir NO".
Muy buen aporte gracias !!! esta muy claro y nos ayuda en ese tema que a los padres nos quita el sueño!!!
ResponderEliminarGracias, Sandra. En esto de poner límites siempre conviene cuidar la manera en que lo hacemos.
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