 Toda la vida creí que conducía mi vida erróneamente ya que, según mis referentes, me llevaba por viarazas, por impulsos.
Toda la vida creí que conducía mi vida erróneamente ya que, según mis referentes, me llevaba por viarazas, por impulsos. 
No lograba crear un plan en torno a determinados objetivos y
seguir firme hasta obtener resultados. Abandonaba cursos, proyectos, parejas a
medio camino.
Mi vida debería ser un absoluto fracaso. 
En algún sentido lo
es, cosa que me vuelve más humana y consciente de que debo seguir aprendiendo
sobre mí misma. 
Sin embargo también tuve éxito.
Escribí varios libros,
dirigí por un tiempo una revista para docentes, trabajé en jardines de infantes
toda la vida y crie a una hija siendo madre soltera y viviendo sola... Claro que construí
una red de apoyo, y eso también habla del éxito. 
A lo que voy es que, mirando para atrás, puedo decir “he
vivido y he logrado materializar cosas”.Harold Fry
Desde la definición que hacían mis referentes sobre mi manera de actuar se explican mis
fracasos, pero no los logros. Y son buenos logros. 
La explicación de estos logros la encontré un verano después de
leer El
insólito peregrinaje de Harold Fry, de Rachel Joyce.
Quiero pedirte un momento para explicarte cómo llegué a este
descubrimiento.
Si no somos iguales, es obvio que no todos tenemos la
capacidad de sostener el interés de la misma manera.
El paradigma dominante, centrado en la eficiencia, la razón,
el beneficio, postula que los buenos logros se obtienen con un método:
- Plantearse un objetivo
- Idear un plan con calendario y agenda
- Cumplir el plan y sistemáticamente hacer lo previsto
- Obtener lo deseado
Pero otros millones de personas no logramos ajustarnos al
método; actuamos como Harold Fry: nos ponemos en marcha sin un plan construido con
antelación. 
Si Harold Fry se hubiera propuesto de antemano ir hasta lo
de su amiga en lugar de al buzón para llevar la carta, se habría preparado
para el viaje.
- Habría hecho un plan,
- creado un cronograma,
- comprado lo necesario,
- preparado las maletas,
- llevado el celular, etc.
Y antes de salir de casa, su mujer -o él mismo- habría dicho
"Es un disparate" (porque es un disparate lo que hizo). 
Pero Harold no tiene un gran objetivo de antemano. Tiene un gran motivo, palabra que viene del latín motivus, movimiento. Lo mueve el deseo, lo mueve la acción, y este
movimiento que percibe en su cuerpo, lo mueve a  tomar decisiones y a revisarlas. Lo mueve a ponerse en marcha y a dudar si vale la pena. Lo mueve a focalizarse y a hacer rodeos innecesarios.
El personaje no pierde contacto con lo que percibe en su interior, y le da credibilidad.
Esta es la clave para no perder el rumbo en semejante empresa: dar credibilidad a lo que percibes en tu interior.
Autoconocimiento + Credibilidad
Los que no nos guiamos por métodos preestablecidos, los que no nos creemos capaces de lograr grandes emprendimientos en torno a una visión de futuro, no tenemos una planificamos en
papel que nos recuerde o indique qué paso hay que seguir. Como Harold Fry, sólo somos capaces de caminar hasta el siguiente buzón.
Mientras caminamos hacia él, cambiamos en el viaje nuestra manera de pensar, sentir, desear y nos descubrimos diferentes. Al llegar, ya tenemos cierta idea si cambiar de rumbo o seguir hasta el siguiente buzón. Punto a punto vamos uniendo y crendo nuestra vida.
Mientras caminamos hacia él, cambiamos en el viaje nuestra manera de pensar, sentir, desear y nos descubrimos diferentes. Al llegar, ya tenemos cierta idea si cambiar de rumbo o seguir hasta el siguiente buzón. Punto a punto vamos uniendo y crendo nuestra vida.
Por eso es necesario tener un excelente vínculo con nuestra
interioridad. Escucharnos. Estar atentos al mal espíritu o depredador que
habita en nosotros. De diferentes manera nos pondrá salidas más fáciles
que la de seguir nuestra motivación profunda, salidas más rimbombantes pero que nos alejan de lo que queríamos.
Es esencial aprender a estar atentos y seguir el sentido de nuestra vida.
Hay personas que creamos de manera desorganizada cosas tan valiosas
como aquellos que crean de manera organizada. Pero precisamos revisar continuamente
nuestras decisiones, observar la emoción que tienen detrás, y elegir si es
necesario o no ajustar la marcha.
Creencias limitantes y nuevas creencias
En mi caso, cada año intento ser metódica y compro una
agenda. Tanto escuché a lo largo de mi vida que debía ser más organizada que lo he incorporado como valioso. Sí, creo que es valioso lograr cierta organización. Pero no logro mantener la
asiduidad que se requiere para anotar en un solo lugar las cosas. 
Insistir con la agenda me quita foco, de alguna manera me limita.
Debo aceptar que mis proyectos
fluyen cuando están escritos en papelitos, cuadernos diversos, archivos de Word… voy
decidiendo y creando el futuro sin perder el norte que deseo.
Esto no es nada fácil. 
Tuve que implementar ciertas estrategias que me dieran resultado.
Es por esto que, lo que nunca dejo de hacer, es tomarme unos minutos diarios (y
algunas horas por semana o días cada tanto) para estar conmigo misma y rezar.
La oración contemplativa es mi cable a tierra, mucho más que un plan organizado
de vida.
Conocerte íntimamente es clave para no perder contacto con lo que ocurre en ti y para hallar las herramientas que te ayuden a concretarlo.
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