
Dicen que el gallo Cantaclaro creía que el sol no salía sin su canto.
Y la imagen me viene al escuchar a quienes sostienen que el mundo cambiará cuando las madres amen más a sus hijos.
Creo que es un poquito injusto dejar
a todos los que no son madres (la mitad del planeta o más) fuera de semejante transformación.
 Una mirada cruel, alienante
Esta imagen simplificada de la
maternidad es cruel y alienante. 
Por supuesto que descubrir información sobre nuestra herida dará más elementos para integrarla y manejarla a fin de no lastimar a otros ni a nosotros. Pero siempre estaremos heridos y lo que alivia el dolor no es la explicación racional, sino la compasión. El amor de otro que, aún viéndome imperfecta, acepta mi humanidad.
- Cruel, porque por lo general las madres andamos repletas de inseguridades, y afirmaciones de este estilo nos pone más inseguras y nos genera culpa.
- Alienante, porque al condicionar la salud emocional de mi hijo a sanar las heridas de mi infancia, dificulta que enfrente el presente responsablemente.
Una mirada reduccionista, culposa
Con términos “cuasi” psicológicos se
señala cómo la maternidad está condicionada por el dolor pasado. Son argumentos
fáciles de creer dado que son “comprobables”, claro que con hipótesis que no
tienen en cuenta el conocimiento de las ciencias humanas. 
- Las ciencias humanas hablan en término de socialización primaria, y esta va más allá del vínculo madre-hijo en la construcción de la identidad infantil.
- Analizan el impacto que la vida cotidiana tiene en los vínculos familiares.
- Toman en cuenta la sociedad: los cambios en el consumo, la tecnología, la celeridad de los procesos, etc.
Cuando sólo se mira el reducido lugar que ocupa la díada “madre-hijo”, se desconoce la complejidad y entramado que contiene –o no-
dicho vínculo. Es como caminar con lentes opacos. No vemos nada, aunque supuestamente los lentes permiten ver mejor.
Lo obvio en que se basa este tipo de enfoque y la tendencia que las mujeres
tenemos a asumir la culpa, nos llevan a
creer que basta con volver a la infancia y sanar nuestras heridas pasadas, para
que nuestro hijo sea sano.
Voluntarismo vs amor
Nadie puede negar que una “también
es” la historia que ha vivido. Pero en
el también está la diferencia. No
somos únicamente lo vivido con nuestra madre. Ni siquiera únicamente lo vivido
con la familia de origen. 
Nuestra identidad es mucho más
compleja.
Cuando creemos que precisamos sanar
para dar a luz hijos sanos, buscaremos causas en nuestra infancia que
expliquen los caminos que nos llevaron hacia el dolor presente. La voluntad por sanar enfrasca a la persona en una autorreferencia
desgastante.   
¿Quieres que te diga una cosa, MadreEnObra? 
Una explicación va directo a la razón. Pero un abrazo cura el corazón. Cuando sientas dudas de tu tarea materna, busca a alguien que te abrace fuerte. Aunque no entiendas por qué, sentirte contenida te dará confianza en lo que vayas a hacer.
Y si a pesar de sentirte contenida sientes que no puedes, pide ayuda a un profesional. Uno que no use la culpa como estrategia. 
Porque, aunque heridas e imperfectas, podemos
aprender a disfrutar de ser unas MadresEnObra.
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