5 errores capitales en que caemos las madres por no comprender la verdad

Hablemos claro, MadreEnObra: Una es madre de una vez y para toda la vida.
Esa es la verdad. Ahí, junto a la hermosura. radica la dificultad de ser madre. Sin comenzar junto a nuestra vida, la maternidad transcurre hasta que ésta termina.

El para toda la vida es demasiado tiempo como para no tenerlo en cuenta.
Como para no tenerte en cuenta durante el proceso.

Veamos cuáles son los errores capitales en los que podemos caer las madres si no partimos de esta simple verdad: ser madres es para toda al vida.


1.- No tenerte en cuenta

Un bebé, tan indefenso y pequeño, convoca toda nuestra atención. 
Pero a medida que crece, precisamos dejarle espacio. O, al revés, necesitamos recuperar nuestro espacio. 

No tenerse en cuenta es uno de los errores más comunes de las madres. Culturalmente introyectamos que hay que amar al prójimo. O quizá sea otra razón, pero lo cierto es que las madres tendemos a dejar todo por los que queremos.

El error en esta actitud es terrible: no puedes amar a otro si no aprendes a amarte a ti misma.
Lo repito: Amarte a ti, aceptar tus necesidades, deseos, proyectos, etc. es la clave para aceptar al otro.

Es cierto que al ser madres dejas de ser quien eras. Pero tienes que crear tu nueva identidad mujer-madre teniendo en cuenta a aquella que eras. 
Si tú no eres feliz, no educarás hijos afectivamente sanos. 

2.- No tener en cuenta a tus hijos

Lo contrario a lo anterior: aferramos al deseo de volver a ser como éramos.
Deseamos volver a la figura anterior, disponer del tiempo que teníamos antes, etc.

Nunca, después de ser madres, seremos como éramos. 
Es necesario hacer el duelo.

Esta verdad es vital para tu familia. Porque de esta aceptación de no ser, surge la posibilidad de crear lugar a los hijos en nuestra vida cotidiana.
Pero ten cuidado, MadreEnObra, porque a veces llevamos este dejar de ser hasta el absurdo.

Es necesario que la madre se tenga en cuenta y, a la vez, que haga espacio a la nueva realidad de hijos en su vida. Reconocer las modificaciones que llegan junto al hijo tanto en lo cotidiano como en nuestro interior. Tanto en lo social como en los conocimientos.

3.- No proyectar, no imaginar hacia dónde es adecuado conducir a nuestro hijo.

Discernir qué herramientas utilizaremos. Y esto no basado en nuestra comodidad sino en el proyecto de ayudarle a ser quien es.

4.- No permitir que surja nuestra nueva identidad desde la cual cumpliremos la función materna.

La persona que éramos deberá integrar ahora al progenitor y construir “otra” persona. Una que permita acompañar al hijo que ha nacido, minimizando los riesgos en su desarrollo psico-afectivo-social.

“La otredad es un sentimiento de extrañeza que asalta al hombre tarde o temprano, porque tarde o temprano toma, necesariamente, conciencia de su individualidad.” Octavio Paz en 

A modo de cierre

El proceso de crear una nueva identidad no ocurre de la noche a la mañana ni por el solo hecho de leerlo aquí.
  • Se inicia al darse cuenta del proceso de transformación al que convoca la maternidad.
  • Se continúa cuando se acepta que el espejo muestra una imagen de mujer similar a la que se era, y sin embargo una se percibe diferente a aquella mujer.
  • Se finaliza (y vuelve a iniciar) cuando se deja de encubrir la sensación de otredad… y se elige ser otro. Aún a costa de ciertos mandatos sociales sobre la "libertad" individual.

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