
Si tienes tendencia a exigirte en todo, es que la madrastra de Blancanieves se metió con tu alegría. Disfrazada de viejecita te ofreció la manzana envenenada de hacelo mejor.
Una pequeña probadita y se enturbió tu percepción.
Es difícil darte cuenta a priori si estás bajo el influjo de esta imagen exigente de madre.
Necesitás mirar las consecuencias:
Cuando ya no te sirve ser genial (imprescindible), y quieres resolverlo todo (omnipotente), estás envenenada.
La omnipotencia genera autoexigencia y culpa:
- Te quita la percepción de ser genial.
- Te quita disfrutar de lo que hacés.
- Lleva a compararte, a querer saber si estás dentro de la normalidad de ser madre.
- Te deja sensación de poco.
- Y, principalmente, se lleva tu alegría.
Son rasgos del peligro que corrés si se cuela la omnipotencia en tu vida.
Un antídoto para la omnipotencia.
¿Te ves un triángulo divino sobre la cabeza o una capa de super woman?
Entonces, sos una mujer.
No una mujer y nada más. Tienes -por lo menos- un plus: ser madre.
Y el plus que nos convoca carga una mochila que -a veces- agota.
Y aquí, el tema que nos convoca:
- si estás agotada,
- triste,
- preocupada,
- y no lográs canalizar esos sentimientos,
Deja de jugar a que tienes que poder con todo. Cuando no podés, no podés.
Y no por eso tienes que ser grosera o lastimar a otros.
Cuando vivís sola con tus hijos, aprender a utilizar este recurso es imprescindible.
Fórmula Robinson Crusoe.
- los mami de mi hija,
- los ladridos del perro
- el enchastre que habían armado con las pinturas y la plasticina
- y la quemadura de mi mano al salir corriendo a ver qué sucedía.
No me fui lejos. Miré la situación y volví a la cocina.
Me senté en el piso detrás de la puerta a llorar sin que me viera.
Siempre fui práctica ante las situaciones caóticas que generan a veces los niños. Trabajo entre ellos. Pero esa noche estaba realmente agotada después de un día muy complicado. No pude reaccionar diferente.
Lo curioso es que me calmó.
Esta simple salida de la escena me dio otra perspectiva.
Claro que cuando volví a la situación, lo roto seguía roto, lo quemado ardiendo, la niña llorando y el perro, por suerte, se había callado.
Pero yo no era la misma.
Mi enojo-tristeza-agotamiento no tenía tanta fuerza como al inicio. Y pude actuar sobre los hechos sin decir cosas hirientes a los involucrados.
Cómo usar el recurso.
- Cuando vas en auto y gritás (o sentís que querés gritar) a tus hijos:
- Pará el auto junto a la acera.
- Decí que tenés que revisar las ruedas, que no se bajen.
- Bajá y, ante cada una de las ruedas, respira y trata de calmarte.
- Si tenés de esos mazos de golpear ruedas, dales duro nomás. A falta de maso, usá tus pies (si no tenés puesto las sandalias, ojo).
- Si revienta, llamás al service a que te la cambien.
- Reíte de lo absurdo que es verte desde fuera de tu situación.
- Y llevá la sonrisa adentro, donde esperan tus hijos.
- En lugares públicos notás que te fastidia todo lo que ellos hacen:
- Explicale que precisás atender/hacer una llamada telefónica.
- Que por un ratito no podés escucharlo, que hable con otro (en la sala de espera, pasajeros, etc.)
- Sacá el celular.
- Poné tu teléfono a la oreja y respira hondo.
- Si volvió tu calma, cerrá los ojos y retenela un poco más.
- Solo después, volvé a tu hijo y sus requerimientos.
- Si estás en tu casa/trabajo y pasa algo in-so-por-ta-ble:
- Andá al baño –uno de los pocos lugares privados.
- Sacá la molestia haciendo gestos con los brazos, saltando, bostezando, lo que sea.
- Respirá.
- Sentí si volvió la calma.
- Lavate la cara y volvé a escena.
Conclusión.
Uno no es responsable de lo que siente, pero sí de lo que hace mientras lo siente.
Bueno, mi alocada madreenobra, estamos llegando al final.
¿Y qué queda por agregar? Sos tan frágil como otros seres humanos, y está bien así.
Te ofrecí mis estrategias para aislarte de la civilización (como Robinson Crusoe) pues es mi modo de recobrar la cordura.
Pero cada una tiene su estrategia. A una amiga mía le da por cocinar. (Y después nos invita a comer: es una genia)
Necesitás encontrar tu manera de calmarte.
Mucho ánimo. Y no dejes que te agote la rutina.
Tu cambio es el camino.
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