No juzgues a la primera impresión
No siempre las cosas son como parecen. 
Una vez leí por ahí que en la vida no hay bien o mal a priori. Aquello de "todo está permitido pero no todo te conviene". Las acciones pueden parecer de afuera las mismas y conducir a sitios muy diferentes. Lo que afecta el vínculo y educa no sólo es lo que hacemos sino para qué lo hacemos. Son las elecciones que hay detrás de determinada acción las que las vuelven diferente el "resultado".
Una vez leí por ahí que en la vida no hay bien o mal a priori. Aquello de "todo está permitido pero no todo te conviene". Las acciones pueden parecer de afuera las mismas y conducir a sitios muy diferentes. Lo que afecta el vínculo y educa no sólo es lo que hacemos sino para qué lo hacemos. Son las elecciones que hay detrás de determinada acción las que las vuelven diferente el "resultado".
Para
 que las cosas sucedan de determinada manera y no de otra, hay que 
llevar adelante elecciones. El para qué es lo que hará diferencia en 
cualquier acto que hagamos como madres. Entonces, ¿está bien o mal 
callar al niño con un caramelo? Pues, pregúntate sobre el para qué. 
Somos personas que vivimos un determinado vínculo. Mientras lo vivimos, 
creamos y producimos resultados. El proceso de educar es como navegar un
 barco y, en el medio del mar, justo mientras navegamos, vamos 
desarmando y armando el barco en el que viajamos.
La mejora manera, ¿cuál es?
Cada 
faro emite un color, un destello, una luz a un ritmo particular. Cuando 
no funcionan los otros instrumentos, conocer los faros le permite al 
navegante ubicarse en una noche encapotada. Si sabe que tal faro está en
 tal lugar e indica tal cosa y sólo esa, aunque esté en medio de grandes
 olas, el marinero puede encauzar la marcha hacia el horizonte elegido. 
Las investigaciones (sobre la infancia, la familia, etc.), las 
recomendaciones que nos hagan, la información que leemos, sirven mucho para saber qué significa la luz de los faros que vemos en el horizonte mientras nuestros hijos crecen.
 La elección hacia qué lado virar el timón del vínculo con tu hijo, es 
algo que decidirás en el momento y teniendo presente no sólo la 
información sino a la persona que es tu hijo.
El soporte para esta tarea de ayudar a crecer es el amor. No es cursilería ni ceder. Amar a nuestros hijos es la clave. Y esto sólo es posible si tú aprendes a amarte a ti misma. Es desde este amarse y aceptar sus flaquezas que un padre puede acompañar el crecimiento de su hijo.
Este video que encontré hace unos días, lo comparto como un faro con indicaciones sobre cómo acompañar a tu hijo durante su adolescencia.
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