Cuando mi hija vino corriendo diciendo "La luna me
sigue", tenía poco más de cuatro años. Era una noche estrellada de verano
y estábamos afuera de la casa disfrutando la brisa del campo. 
En ese marco
maravilloso, le inventamos una canción a la luna. Inventar canciones era algo que nos encantaba hacer. Teníamos una canción para ir a la cama, para jugar a hacer como, para esos días locos...
Inventar rimas o canciones es algo realmente atractivo para los niños, y nada difícil de enseñar.
Creo que a las madres nos sale ser creativas casi en forma natural durante los primeros años.
Conviene no perder ese don lúdico y musical. Es lo que transforma a una madre común y corriente en una maga que crea oportunidades de estimulación y aprendizaje cotidianas para sus hijos.
Canciones y rimas con la LUNA
La luna siempre ha dado de que hablar. Poemas, nanas, rimas,
canciones infantiles tienen a la luna como protagonista:
Luna lunera,
cascabelera,
cuatro pollitos
y una ternera
Luna lunera,cascabelera,pon un pesitoen mi cartera
Esa versión recitaba mi madre, pero existen otras con el
mismo ritmo. El ritmo define a la poesía.
Perdura más allá de las palabras. Uno llega a 
sustituir con un nananana la palabra que falta, para no interrumpir la
cadencia del poema que está diciendo o la estrofa que está entonando.
Ya la Luna baja en camisón
a bañarse en un charquito con jabón.
Ya la Luna baja en tobogán
revoleando su sombrilla de azafrán.
Quien la pesque con una cañita de bambú,
se la lleva a Siu Kiu.
(Ma. Elena Walsh - Fragmento)
La poesía fue parte de mi infancia. El tiempo sin pantallas
obligaba a incluir juegos, lecturas, canciones, viejos artilugios para entretenernos unos a otros,
mientras seguían las agujas del reloj lentamente su camino hasta que fuera la
hora de la cena.
A medida que fue creciendo se las enseñé a mi hija, al igual
que lo hago con mis alumnos; recitándolas "al pasar" o cuando ellos me las piden. Aprender los poemas “como en casa” es la mejor manera de recordarlos: al escuchar
y disfrutarlos, se quedan grabados en la memoria.
Otras propuestas: rimas y juegos
Si rescatamos de nuestra cultura oral aquellos textos que
nos enseñaron nuestros padres, abuelos, podremos enseñárselos a nuestros hijos. Es sólo cuestión de hacer memoria. 
Aquí dejo algunos juegos que recuerdo ahora: 
Para éste, uno debe estar sentado y el niño en la falda, mirándonos
los rostros. Lo tomamos por las manos. Entonces se dice la rima con el nombre
del niño:
….. se fue a París
En un caballito gris
Al paso, al trote,
al galope, galope, galope.
Mientras se recita, se acompaña el ritmo de cada verso con un
movimiento de piernas (que suban y bajen juntas). Como si el niño cabalgara. Cuando
se llega “al galope”, se debe hacer el movimiento con más intensidad, para
hacer brincar al jinete. No olvides que tienes que tomarlo firme por las manos.
Otro. Con el niño en nuestro regazo, comenzamos a recitar:
Cuando vayas a la carnicería,
Ten cuidado que no te corten aquí
Ni aquí, ni aquí,
¡¡¡Ni Aquí!!!
Con el dedo índice, realizamos trazos suaves en las
diferentes articulaciones del cuerpo. El último gesto es en el cuello o la axila, y le hacemos cosquillitas.
Si te acuerdas de algún juego, anótalo abajo.

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