Como maestra, muchas veces escuché a los niños contar cómo la luna les había seguido. Pero cuando mi hija vino corriendo diciendo "La luna me
sigue", me pareció la primera vez que enfrentaba esa situación. Ella tenía poco más de cuatro años y estábamos afuera, disfrutando la brisa de aquella noche estrellada de verano.
En ese marco
maravilloso, inventamos una canción a la luna. Inventar canciones es algo que a los niños -no sólo a mi hija- les encanta.